Enigma Internauta | Capítulo 4: internet, productividad y escape por la red

Enlace al capítulo tres.

Varias motivaciones para escribir

¿Por qué me decidí a escribir este libro? Eso lo puedo responder en dos puntos básicos, sin orden de importancia.

Lo primero es que empecé este proyecto como un modo de ejercitar mi capacidad de concentración. Nada mejor para alejarse por un rato de la red que encontrar un nuevo propósito, algo que ocupe nuestra atención y nos motive. No digo que pueda traer algo nuevo al tema, voy a intentarlo, pero si creo que puedo describir o generar algunas ideas con mi propia impronta personal.

Voy a argumentar luego que internet puede funcionar como una suerte de huida, la red en muchos casos sirve en la forma de un escape para no enfrentar lo que realmente nos preocupa. Pero es en el momento en que encontramos una ocasión para dejar de huir cuándo descubrimos nuevas formas de interpretar lo que ocurre. Y eso nos permite desarrollar nuevos objetivos.

El ejemplo más directo de lo anterior es alguna de esas ocasiones donde nos encontramos navegando mucho más de lo que esperábamos, todo con la excusa de no estudiar para un examen o evitar algún otro compromiso inminente. Por supuesto si nos preguntan vamos a decir que teníamos toda la intención de completar esa responsabilidad, pero en alguna parte de nuestro interior sabemos que intentamos evitar ese trance. Cualquier otro escape hubiera sido valido realmente, pero internet se presenta tan gigantesca, y tan variada, que sobrepasa en facilidades el enganche que puede proveer otra salida al presente.

Y por un segundo motivo para publicar este ensayo, creo que el texto en general puede servir de ayuda para alguien más. Sin dudas a mi me resulta de ayuda escribir sobre todo esto, quién sabe a alguien más le sirva leerlo. Una situación “ganar/ganar” según tengo entendido.

Para cerrar este apartado, quiero mencionar algo más. Hace poco mencioné la idea de “despegarme un poco de la red” y bien vale la pregunta ¿Por qué buscar hacer eso?

Bueno, puede ser que simplemente nos interesa recortar nuestras horas frente a la pantalla para aprovechar mejor los fines de semana o para recuperar momentos perdidos con nuestras familias. Tal vez nos interesa conocer nuevas amistades o relaciones fuera de la red. Puede ser que buscamos pasar mas tiempo al aire libre o intentar nuevos pasatiempos. Podemos darle una oportunidad a ese instrumento musical que compramos hace años pero que nunca usamos, o intentar ese deporte que parece tan divertido pero nunca nos animamos a intentar. ¿Tal vez queremos aprender un idioma o empezar a hacer pintura con acuarelas?

La respuesta de lo anterior va a depender de la persona. Por suerte existen realmente muchas opciones que se abren al darle una pausa a la navegación sin sentido. Voy a repasar algunas de esas alternativas más adelante. Creo que lo importante de pensar una “navegación sin conexión” es que vamos a poder reforzar cualquiera de esas ideas alternativas con los beneficios de internet, manteniendo poca o nula conectividad.

Internet, mucha más internet

Dormir solamente tres o cuatro horas luego de pasar el resto del día en internet puede ser divertido las primeras veces, pero es un trayecto que en mi opinión no lleva a ninguna parte. Lo que ocurre es que ese tipo de vida usualmente no puede sostenerse en el tiempo, termina siendo una carga demasiado pesada. Aunque esto solo sea porque el impacto negativo en la forma que descansamos luego se extiende en todo lo que hacemos.

No voy a mentir, desvelarse por utilizar internet es divertido las primeras veces… realmente las primeras miles de veces. Es cierto que nunca puede volver a recapturar la emoción que sentí los primeros años de utilizar la red. En ese momento la misma actividad de conectarse resultaba nueva y refrescante.

Es entendible que con la repetición y la costumbre, la emoción por conectarse empiece a entumecerse. Pero las emociones se renuevan y toman muchas formas. Por ejemplo finales de los noventa podíamos chatear durante horas, hasta que eso se volvió rutina y perdió la novedad. Esto es remplazado cuando aparecen nuevos modos de uso, por ejemplo poder elegir ver cualquier serie con maratón de capítulos.

Supongo que finalmente todo termina por aburrir. Pero incluso en los casos donde no sentimos pesadumbre al navegar la red, abandonar el desarrollo de la vida cotidiana sigue pareciendo una mala idea.

¿Cuál es el principal problema de lo anterior? Todo se resume en el concepto de descuidar el presente. Lo peligroso es que luego el presente se convierte en pasado y vuelve para recordarnos la ofensa en el futuro. Hay muchos videos en la web, pero ni siquiera la suma de todos esos videos consigue llenar el vacío que nos amenaza desde nuestro interior. Usar la web como un escape es entrar de lleno en el territorio de la inacción, un territorio donde nuestra derrota es casi segura.

Y cuándo sentimos que no tenemos nada mejor para hacer, o demasiada incertidumbre, dormir puede volverse más difícil. Volvemos al asunto de “cuánto tiempo es mucho tiempo en la red”, la pregunta que nos persigue.

No hay ningún inconveniente en querer “perder el tiempo”, siempre que eso sea realmente lo que tenemos ganas de hacer. Pero no siempre navegar en la red es lo que nos gusta, y lo terminamos haciendo de todas maneras. Algunas veces parece ser que navegamos para escapar de otro problema o simplemente para no pensar en algo específico.

Con todo, es injusto pensar que un comportamiento potencialmente adictivo como el del uso de internet implica solamente el escape de algún tipo de sombra psicológica o trauma que nos persigue. Esa puede ser una gran causa para la búsqueda de distracciones, pero no es la única.

Pensemos por ejemplo en una persona que esta aburrida antes de dormir, y tiene una o dos horas de tiempo libre que quiere llenar con alguna actividad. Elige para eso ocupar ese lapso navegando redes sociales. Una opción al igual que tantas otras. La forma de esas redes crean un habito placentero, con sus pequeñas recompensas de fotos y comentarios nuevos. Esa costumbre se vuelve luego algo difícil de romper, incluso cuando la persona quiere dejar de visitar esas mismas redes. Ahora siente que no puede dejar de buscar esas fotos y nuevos comentarios, contra sus nuevas intensiones de irse a dormir antes o hacer alguna otra actividad.

No es entonces que la persona de nuestro anterior caso se encuentre inmersa en la red para olvidar su pasado. No utiliza las redes para escapar de la fragilidad del universo o de sus fobias más profundas. Y en algún punto tenemos que aceptar que tampoco esta usando la red por diversión, aunque en un principio navegar le divertía. Simplemente ocurrió que encontró en la web un estimulo tan atractivo que terminó por generar lazos difíciles de romper, todo con la fuerza de la costumbre. Y esa costumbre ahora afecta la calidad de su sueño, o le ocupa tiempo que preferiría utilizar mirando el techo o haciendo cualquier otra cosa.

Algunas veces recorremos la red porque la misma actividad tiene la capacidad de capturar nuestra atención de tal forma que nos cuesta hacer otra cosa. La recompensa de usar la red triunfa sobre otras opciones, aunque esas otras opciones nos resulten más beneficiosas más tarde.

Una cosa que sucede es que el ciclo de navegación tiende a aburrirnos en algún punto. Muchas veces descubrí que volvía a entrar a la red una y otra vez, incluso cuando ya conocía lo que iba a encontrar en cada página. Y cómo no iba a saberlo, ya había visitado esas páginas pocos minutos antes. No se iban a actualizar tan rápido, y sin embargo ahí me encontraba una y otra vez. Igual que atado a una calesita que apenas giraba.

Es uno de esos momentos donde ya sabemos cuál va a ser el resultado, ya sabemos que los comentarios de un sitio van a enojarnos o entristecernos, pero entramos de todas maneras. ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué seguimos entrando en esos ciclos incluso cuándo no queremos? Son preguntas que vuelven una y otra vez en todo esto.

Una definición informal de adicción

Todo parece indicarnos que internet nos modifica a la vez que nuestras acciones modifican la red. Eso no es nada original en si mismo. Conocer eso es importante porque hace que se vuelva difícil, al menos desde una aproximación no formal, describir qué significa tener una dependencia con la red. ¿Se encuentra el problema en pasar mucho tiempo en internet? ¿Se trata de una sobrecarga de información que nos abruma? ¿O es alguna otra cosa? ¿Por qué pasar mucho tiempo en internet se siente diferente a desvelarnos viendo una película, leyendo un libro o escuchando música?

Otro problema es el de conseguir evaluar una actividad que tiene la capacidad de volverse adictiva, siendo que yo no tengo estudios en psicología o la mente. Soy solamente un internauta preocupado por su propio cerebro, con algo de curiosidad en el tema que nos ocupa. Y es por eso que utilizo la palabra “adictiva” o “adicción” sin ningún tipo de pretensión académica. Por eso mismo le intento sacar jugo al diccionario de sinónimos, y uso alternativamente palabras como “dependencia”, “compulsión” o frases similares.

No esta de más decir que si sentís que internet esta afectando tu capacidad para llevar una vida plena, tal vez lo mejor sea buscar ayuda profesional. No hay ninguna vergüenza en buscar ayuda.

Por otra parte considero una vez más que todo esto representa un terreno difícil de describir . Después de todo ¿qué cosa significa una frase como “no poder llevar una vida plena” o frases similares? Ese es otro tipo de pregunta para el que no hay en estas palabras ningún tipo de respuesta.

Aún sabiendo lo anterior, por regla general diría que si te resultan familiares frases como “me despidieron de mi trabajo por utilizar maquinaria pesada mientras me tomaba fotos para mi perfil de redes sociales” o “perdí todos los ahorros de mi vida comprando ropa virtual para mi personaje de mi videojuego en linea favorito”, la cuestión parece necesitar atención bastante más urgente que la que puede entregar un ligero libro de auto ayuda tecnológica…

Dejando de lado las bromas, lo que creo que ocurre es que la palabra “adicción” puede entenderse al menos en dos formas. Por una parte tenemos el uso científico y por el otro tenemos el uso más coloquial, utilizada en la forma del hablar cotidiano. Eso trae mucha confusión al pensar el problema sin pretensiones académicas, o eso me parece.

Tengo la siguiente impresión: muchas veces la consideración de un uso desmedido de la red es desestimada por el público en general, que tiende a comparar el asunto con otras situaciones. Eso siento al menos al momento de escribir estas palabras. Comparar problemas no va a ayudar a nadie, pero creo que puedo entender porque el conflicto ocurre tan seguido.

Recuerden una vez más que entramos directamente al plano de la especulación. De alguna forma ya revisamos todo esto en otro capítulo anterior, pero podemos probar con algunos otros ejercicios de imaginación.

Entonces imaginemos por ejemplo que una persona nos dice “tengo adicción al chocolate”. En una primera impresión lo entendemos como algo simpático, una figura del lenguaje. Me arriesgo a suponer que no consideramos en ese caso que la persona literalmente no puede dejar de pensar en el chocolate o que necesita ayuda por eso. Solamente suponemos que le gusta comer chocolate, o es el postre que más le gusta. Nuestra interpretación va para el lado de las figuras del lenguaje.

En cambio si otra persona nos dice “tengo adicción a la morfina” entendemos rápidamente que se trata de algo más serio. Interpretamos que nos esta pidiendo utilizar un sentido académico o técnico de la palabra adicción. Suponemos también que hay todo un marco que regula la idea, que tiene caracterizaras bien definidas y que seguramente no conocemos. Inmediatamente se abren en nuestra cabeza preguntas del tipo “¿Qué es la morfina y dónde es que alguien la consigue?” “¿Hay alguien administrando esa anestesia?” o cuestiones por el estilo.

Y en un tercer caso si alguien nos dice “tengo adicción por el tabaco”, comprendemos el problema casi inmediatamente. Conocemos el objeto tabaco desde hace múltiples décadas, y ya recibimos muchísima información sobre su forma de actuar en el cuerpo. Entendemos rápido lo difícil que puede parecer para alguien dejar de fumar, y tenemos al menos alguna idea de la situación. Lo mismo con el alcohol o los problemas con las apuestas y juegos de azar.

Todas las comparaciones ocurren constantemente en la vida diaria, y no parecen tener malicia en si mismas. Simplemente hay un problema en ajustarse al contexto de parte de quién escucha. Bueno, eso al menos si mantenemos nuestro optimismo y no queremos encontrar maldad en todas partes.

En todos esos casos anteriores puede haber distintas connotaciones para la idea de adicción según el contexto. Pero por mi parte utilizo la idea solamente como una palabra más que me sirve para describir algo. Al referirnos a nuestra relación con internet bien podemos describir lo que intento discutir con “utilización excesiva de la red que potencialmente puede o no ser una actividad compulsiva que lleva a un malestar difícil de describir”. O podemos resumir todo como “adicción a la red” y seguir adelante filosofando.

Utilizo entonces la palabra “adicción” de la forma más general. Lo hago en remplazo de frases como “consumo desorbitado” o “sobre utilización”, que pueden ser más aptas para el caso pero son menos compactas y elegantes. De hecho las razones para tener problemas con el uso de la red se presentan tan variadas que es muy difíciles describirlas con una sola palabra. Pero ya me estoy repitiendo demasiado, sigo explorando la idea.

Y es bueno detenerse a decir otra cosa. El mismo caso sobre los múltiples usos de la palabra “adicción” en la vida diaria también puede hacerse sobre la palabra “compulsión”.

Podemos encontrarnos con la palabra compulsión en un ámbito académico, describiendo una serie de características sobre algunos tipos de comportamientos específicos en las personas. Ejemplo: Trastorno Obsesivo Compulsivo. Pero también podemos encontrarnos la palabra de forma más informal. En ese caso estamos refiriéndonos a algo que no podemos dejar de hacer, independientemente de las consecuencias que ese algo nos traiga.

Me gusta entonces un poco hablar de “compulsión” al referirme al uso indiscriminado de la red, porque refleja algo de un impulso que no puede detenerse al recorrer la red. La compulsión parece tener algo de maquinal, visitando una y otra vez las mismas páginas, revisando si existen novedades o si todo sigue en la forma en que lo dejamos. Pero tengo en cuenta que puedo estar usando otra vez más la palabra equivocada para expresar lo que busco transmitir.

Pero volviendo a lo anterior. Al menos hoy la frase “adicción a la internet”, cuándo se utiliza al rededor de un ensayo como en este caso o en una conversación amistosa, parece encontrarse exactamente en el medio de los dos niveles antes mencionados. El termino se establece entre lo cotidiano y lo científico.

Adicción a la red puede significar para alguien que una persona se desvela un par de horas a la semana para mirar videos de coreografías de baile o escuchar música. Pero también puede significar que alguien tiene una severa depresión y simplemente no puede desconectarse durante todo el día, impactando el tiempo en linea en su bienestar general. Las dos cosas existen a la vez, según el contexto, en mi simple interpretación del caso. Las personas no evalúan la situación según manuales de diagnostico, sino según a su propia experiencia.

Lo anterior se ve reforzado porque en algunas ocasiones internet se vuelve una cosa tan común en nuestras vidas que ya ni siquiera nos damos cuenta cuándo la estamos usando. Algo tan común se escapa a cualquier consideración, del mismo modo que tampoco pensamos por lo general en la forma en que respiramos o comemos. Simplemente lo hacemos.

Acepto que hablar de dependencia a la web puede parecer exagerado fuera de un contexto profesional. Pero me cuesta encontrar sinónimos mejores para describir el conjunto de la experiencia. Después de todo es realmente difícil controlar el uso de la red, hasta el nivel de generar síntomas físicos. ¿Desafiaron a alguien a una competencia para no revisar el celular mientras están cenando? Déjenme decirlo, las contorsiones generadas en esos rostros pueden crear muecas que siempre creí imposibles.

Internet se parece a una extensión invisible de todo lo que hacemos y pensamos. Nos ofrece un ambiente lleno de ventajas, pero a veces nos sobrepasa y nubla nuestro mejor juicio. Lo que es una promesa de información y espaciamiento se puede convertir poco a poco en un sumidero de horas perdidas muy difícil de controlar. Y todo eso nos afecta de distintas formas.

Muchas universidades y organizaciones hacen investigaciones sobre las implicaciones para el bienestar de las personas considerado el uso que hacemos de internet. Aunque hago todo lo posible para darle un tono relajado o divertido para todo este tema, es entendible que para algunas personas realmente puede volverse un asunto terriblemente delicado que merece una consideración mucho más delicada.

Y sin embargo internet…

Si no tomamos conciencia del uso que hacemos de la red, nos encontramos con una tecnología capaz de absorber nuestra atención de una manera increíble. La horas vuelan, la vida sucede. Al igual que antes el ciclo del sol y la luna guiaba los días, ahora nuestra naturaleza se mide en los ciclos de carga y descarga en la batería del teléfono inteligente.

Pero por seguro, el pensar en todo esto también depende mucho del lugar en el que la persona se encuentra en su propia vida.

Por ejemplo, pasar dos horas en la red como una recompensa por terminar un día agotador no parece tener nada de malo. Se entiende que se trata de una forma de relajación luego de grandes periodos de trabajo, estudio o actividades personales.

Pero para extender el ejemplo, ahora podemos pensar en alguien que busca pasar dos horas de navegación en la red como una forma de escapar del aburrimiento, la tristeza o la falta de futuro. Ahora esas mismas dos horas no se presentan como una recompensa sino como una especie de ventana a la desesperación moderna. Y en los dos casos hablamos de los exactos mismo 120 minutos, utilizados en la misma actividad.

En los momentos en que todo se oscurece y el fulgor de la pantalla al fin empieza a extenuarse, mientras el sueño llega para darle una pausa a la angustia de lo cotidiano, en nuestro cerebro todavía giran los memes de baja calidad, la información basura y la paranoia rápida que la red nos convidó durante la jornada.

¿Qué se puede esperar de este libro?

Hay algunas ventajas en nuestro caso, y una de esas grandes ventajas es que podemos encarar todo este asunto haciendo nuestro propio dibujo de la situación. Ya revisamos la idea en capítulos anteriores.

Por ejemplo, alguien que se toma una taza de café, puede contar las sensaciones que el café le trae y como responde a eso. Lo mismo podemos hacer con internet, describiendo la experiencia con muchos detalles para intentar explicar cómo nos sentimos.

En principio se puede describir cualquier experiencia, pero no todas las experiencias tiene las mismas facilidades. Lo que una vez más nos ayuda es que existen muchas sustancias que están prohibidas por la ley o son peligrosas si se utilizan sin conocimiento. Pero internet no es una de esas actividades. Hay publicidades promocionando planes de internet en la calle. De hecho se puede conseguir internet gratis en muchos espacios públicos. Para conseguir internet no tenemos que hacer transacciones en callejones poco iluminados: un teléfono y la clave de wifi son suficientes la mayoría de los casos. No es difícil entonces describir cómo nos sentimos cuando usamos internet en diferentes cantidades.

Esto último puede parecer poco científico, la idea de concentrarnos casi completamente en analizar nuestras propias experiencias personales. Pero no hay que alarmarse: este no es un texto científico. Y acto seguido de esto, también tengo algunas objeciones para mi idea de llegar a conclusiones por medio de mis propios discursos sacados de la galera.

Existen al menos tres obstáculos que estoy encontrando al momento de escribir sobre la relación de internet y el manejo de nuestras vidas. Y estos obstáculos son los que siguen.

Problema Nº1: Es difícil encontrar técnicas o consejos para utilizar menos la red que resulten útiles en la vida diaria. Algunas ideas parecen buenas, pero resultan prohibitivas por el costo de dinero o tiempo. Entonces intento mantener fuera del planteo cualquier cosa que no pueda intentar por mi propia cuenta, o que considere muy difícil en general. No siempre lo consigo, pero hago lo que puedo.

Imaginemos un ejemplo rápido de lo anterior. Es verdad que podríamos ir a una cabaña sin internet a la orilla de un lago durante una semana. Eso nos va a servir para descansar sin conexión, una suerte de desintoxicación de la red. Ir de vacaciones a ese tipo de lugar puede ser una buena táctica para alejarse de la web, pero realmente imposible para cualquiera que sea parte la población sin una jugosa billetera. Y siendo que mi billetera no me permite ese tipo de escapada, no la considero dentro de este ensayo.

Lo mismo puede ser una gran idea encontrar un pasatiempo como coleccionar estampillas o aprender a dibujar. Pero no cualquiera puede invertir esfuerzo y dinero en algo así tan fácilmente. Sin embargo al comparar las dos opciones “irse una semana al bosque” o “aprender a dibujar”, la segunda parece salir ganado. El costo de entrada de aprender a dibujar o llevar una bitácora escrita no es excesivamente caro, y promete muchas más horas de buenos momentos. La visita de vacaciones es solamente valida por una semana. Frente a opciones como esas siempre siempre me voy a inclinar por la más accesible.

Problema Nº2: Cuando se escribe de la adicción a internet, por lo general se subraya demasiado el asunto pensando en la productividad perdida. Después de todo ¿No seriamos más eficientes en nuestras carreras o nuestros estudios si no ocupáramos tantas horas en la red?

A veces la red parece ser responsable por todas esas actividades que queremos hacer, pero nunca concretamos. Y en algunos espacios hay una suerte de espíritu social que nos invita a pensar el éxito o lo bueno y lo malo en términos de productividad.

La respuesta a lo anterior es que si es cierto que podríamos ser más eficientes si pasáramos menos tiempo en la red. Pero para el caso también seriamos más eficientes si continuáramos trabajando mientras estamos usando el baño o si estudiáramos también mientras comemos. O tendríamos mayor productividad si comemos mientras estamos en el baño. Pero llevada a tales extremos, la idea de la productividad empieza a perder su brillo. Lo mismo va a pasar si llevamos nuestra relación con internet a esos extremos.

Todo este cuestionamiento ocurre porque el éxito de una persona se enlaza generalmente con el éxito laboral, y un enfoque como ese puede ser popular en ocasiones. En todo caso no se si ese consejo de trabajar en el baño puede funcionar, pero si puedo decir que no suena a una idea divertida o práctica.

Obsesionarse con la productividad parece poco saludable. Aunque entiendo que en algunos casos puede ser útil, o el único camino. Por ejemplo, si necesitamos estudiar para un examen no queda otra opción que pensar el asunto desde un punto de vista de costo/beneficio. Menos horas de navegación, más chances de éxito en el examen. Hay pocas vueltas para darle, dejar el uso recreativo de la red va a ayudarnos en ese caso.

Sin embargo mi plan en general es tratar de abordar el asunto de usar internet de una forma más relajada, con un enfoque dedicado a la vida en general. No va a ser solamente pensando en la vida laboral o académica. Pero creo que el tiempo que podemos ganarle al uso de la web podemos dedicarlo a muchas otras cosas, incluso a otras actividades positivas que no se vinculan directamente con el éxito financiero. Voy a volver con el asunto de la productividad dentro de unos momentos.

Problema Nº3: parecen existir dos grandes estrategias para resolver el consumo desmedido de algo. Por una parte tenemos la moderación y por el otro la abstinencia completa.

Al igual que en todo lo que venimos señalando hasta el momento, la elección de una solución parece tener una gran carga personal. Y en todo lo que es personal, cualquier diferencia de opiniones se interpreta como un ataque a la misma persona.

¿Cómo se explica esto? Pensemos por ejemplo en una persona que no quiere usar más redes sociales, y tuvo éxito dejándolas completamente. Para esa persona la abstinencia es el mejor camino. Y por esto puede llegar a recibir la sugerencia de usar las redes con moderación como una mala idea, en el peor de los casos un pésimo consejo o un ataque a su forma de vida. Su posición es a todo o nada.

Por otra parte, imaginemos que alguien utiliza las redes con moderación. Esa persona se pone límites definidos de uso y los sigue con éxito. Para esa persona, la misma sugerencia de abstinencia de redes sociales puede sonarle a un extremismo fanático que resulta en un mismo insulto a su forma de interpretar el problema. Su posición también es muchas veces a todo o nada.

Lamentablemente esto último es irreconciliable, y cualquier opinión que encuentres va a llevar resistencia de parte de alguien más. Es algo para lo que no hay soluciones universales, la receta es diferente según quién la prescribe.

Hay que entender que las dos posiciones tienen algo de razón. A veces es posible dejar algo que nos hace mal completamente, por ejemplo un servicio de mensajería instantánea o una red social específica. Se pueden abandonar selectivamente partes de la red.

Pero si dejamos de usar una red social, y al mismo tiempo todo nuestro círculo cercano la utiliza, vamos a quedarnos sin nadie con quien poder hablar. O nunca vamos a enterarnos de noticias importantes del grupo. No siempre es posible dejar completamente algo, tengamos la voluntad o no. En ese caso abandonar una red completamente parece un mal consejo, al menos si queremos continuar en contacto con ese grupo.

Por esto anterior es que en la red hay actividades que son más difíciles de cortar que otras. Aunque considero que la idea de interrumpir completamente el uso de la red por lapsos de tiempo puede tener resultados positivos que voy a discutir luego, la idea de dejar la red en su totalidad parece imposible. O al menos parece imposible sin un círculo social que lo sustente. Internet ademas esta llena de ventajas que sería una lastima perder.

Cómo un tercer problema menor creo que va a ser inútil traer una descripción pormenorizada de cada red social, esos asuntos cambian muy rápido.

Digo lo anterior porque si estas leyendo este libro, ya conocés al menos en profundidad algunas de esas redes. Y la forma de internet se mueve tan abruptamente que no me parece tan útil el detenerme en aplicaciones, software o detalles particulares. Los sitios de la red y los programas pueden cambiar de nombre, pero muchas de las ideas o problemas de fondo se mantienen iguales.

Pero admito que muchas veces me encuentro haciendo generalizaciones algo muy arriesgadas. Y es por eso que quería señalar esos problemas que encontré al sentarme a escribir.

Un rápido balance sentimental

Continuemos todo esto con otro ejercicio creativo.

Imaginemos por ejemplo a una persona que utiliza su teléfono inteligente para navegar por páginas de noticias, y lo hace todas las tardes durante dos horas. Es feliz haciendo este recorrido, por lo que no hay ningún inconveniente ni nada para revisar. No siente malestar cuándo navega, ni tampoco después. Puede cortar la navegación ni bien se lo propone, y las veces que no puede realizar esta actividad por cualquier motivo no la hecha especialmente en falta.

Acto seguido vamos a pensar en otra persona distinta que en principio hace exactamente lo mismo que la anteriormente mencionada. Todas las tardes de la semana, durante dos horas, se dedica a navegar por páginas de noticias. Pero ahora el resultado es nerviosismo, falta de motivación y una suerte de pesadumbre general. Este caso necesitamos analizarlo.

En un primer momento no podemos echarle la culpa de esos sentimientos negativos solamente a la actividad de navegar por sitios de noticias. Puede ser que este personaje tenga otra cosa que le llevaría al mismo sentimiento, incluso navegando páginas diferentes. Tal vez siente nerviosismo porque no puede dormir bien o algún otro asunto personal que nada tiene que ver con la actividad de navegar o el contenido de los sitios que visita.

¿A qué voy con todo lo anterior? La verdadera ventaja que tenemos en el anterior caso es que la persona de nuestro ejemplo no pierde nada probando reducir sus horas de navegación en la red. Tampoco pierde nada si decide visitar otras partes de internet. Al menos no tiene que invertir dinero para hacer estas experiencias, ni tampoco necesita agregar alguna molestia extra a su vida.

Se trata de un verdadero balance sentimental rápido, por decirlo de algún modo. Lo que va a necesitar para esto es modificar sus hábitos de navegación momentáneamente. Todo con la intensión de descubrir si su falta de motivación o nerviosismo es el resultado de pasar dos otras seguidas frente a la pantalla o no.

Por supuesto la parte verdaderamente difícil de todo esto anterior es conseguir suspender una actividad o un comportamiento adictivo. Si hacer eso fuera fácil no quedaría nada para decir del asunto.

Pero digamos que esta persona minimiza o recorta la cantidad de tiempo que pasa navegando de este modo, incluso en una muy pequeña medida. Si encuentra que esto alcanza para remover su pesadumbre general, mucho mejor, ya conoce que tiene que encontrar un nuevo balance en la forma que utiliza internet. El proceso general para llegar hasta dónde quiere puede ser difícil, pero el tener un objetivo al que dirigirse va a remover gran cantidad de incertidumbre.

Por el caso contrario si luego de remover este factor todavía tiene los mismos problemas, entonces no se perdió nada. Puede volver a su habito de internet regular, para buscar lo que le afecta en otra parte.

No podríamos proponer un experimento igualmente arriesgado si estuviéramos hablando por ejemplo de una actividad que involucra directamente una sustancia. En esos casos el cuerpo parece no poder seguir funcionando correctamente sin acceso a esa adicción, lo que genera toda una nueva bolsa de cuestiones.

Por supuesto todo esto anterior es en algún punto una horrible simplificación. Algunas personas pueden encontrar que su principal desafió de limitar las horas que pasan en linea les traen síntomas físicos que no van a resultar divertidos . En ese caso, la misma idea de dejar de usar internet incluso por poco tiempo va a requerir un gran esfuerzo de su parte.

Algo que para alguien puede resultar tan sencillo como apagar el celular, para otra persona se va a presentar como algo muy difícil. La actividad de navegar puede ser un comportamiento que involucra solamente la mente, pero los efectos de cortar la compulsión se sienten directamente en el cuerpo.

Pero aun teniendo eso en cuenta, podemos notar que cualquier alteración que hacemos a nuestra rutina de internet puede enseñarnos mucho de lo que sentimos. Es una de esas cosas donde no sabemos cómo vamos a responder hasta hacerlo. Y estos descubrimientos pueden llegar en el momento de intentar modificar la forma que usamos la red, al menos por un rato.

Otro caso de productividad perdida

Hay algo que mencioné antes sobre la productividad y quería expandir el concepto un poco más.

Al mencionar la palabra “productividad” muchas veces se piensa tal vez más en el lado comercial del asunto. Una suerte de obsesión con la frase “el tiempo es dinero”, que impide encontrar el acto de navegar por la web como otro pasatiempo o algo que se hace de tanto en tanto.

Pero no intento incluir solamente eso en el concepto, se puede entender la productividad en un sentido más general.

Por ejemplo, pensemos en alguien que escribe poesías. Para esa persona, un día productivo puede ser un día en el que se le ocurrió una buena rima o una interesante metáfora. No es su trabajo escribir poesía, no busca escribir por la fama o tiene una cuota diaria que cumplir de versos realizados. Ni siquiera le interesa publicar lo que hace. Su objetivo es simplemente escribir. Si la web le impide hacer eso, es razonable que esa persona busque limitar el tiempo que pasa en internet para tener la oportunidad de escribir.

Para el caso de la persona y la poesía, la única salida posible es empezar a escribir. No hay vuelta que darle, cualquier otra cosa es una distracción que le impide encontrar el verso perfecto. Y no se trata de culpar a la red, simplemente es una reacción directa al problema. Esta persona puede mirar tutoriales de poesía en linea, puede ver videos de otras personas escribiendo poesías, puede entrar a foros de discusión sobre poesía o salas de chat de poesía. Nada de eso importa. Al final del día su objetivo se describe en términos concretos de productividad: ¿le fue posible escribir al menos un verso o se distrajo antes con otra cosa?

Pensar la actividad de navegar de esta otra forma puede ayudar a liberar la presión que se siente. Esa presión generalmente se vincula al pensar el tiempo en relación a la productividad.

La verdad es que muchas veces las personas hacen cosas sin esperar una ganancia externa, en esos casos el premio es interior. Se puede llamar satisfacción personal, orgullo, felicidad o cualquier otro nombre. Y la red, con sus grandes atractivos para la recompensa inmediata, puede alejarnos de esas satisfacciones internas.

Incluso lo mismo puede pensarse respecto al ocio. Se puede tener un ocio productivo o un ocio improductivo.

Digamos que estamos usando internet para divertirnos, por ejemplo navegando por una red social. Al terminar de navegar nos encontramos con mayor tristeza o envidia que cuándo empezamos. Es cierto, pasamos el tiempo y evitamos el aburrimiento por un rato y desde ese punto cubrimos la necesidad de ocio. Pero la tristeza que sigue al tiempo en la red cancela ese primer beneficio.

Lo cierto es que en el caso anterior el objetivo de diversión no se cumplió. Entonces tal vez había mejores cosas para hacer antes de usar internet, eso si tenemos en cuenta el resultado. Y aunque la red se presento como la alternativa más fácil, la experiencia no resultó en el esparcimiento que esperábamos.

Si nos enfrentamos a un caso igual al anterior ¿por qué no buscamos otra alternativa distinta para pasar el tiempo? Se trató de un momento de ocio “no productivo”, que en lugar de relajación terminó en lo contrario.

Quizás vamos a encontrar formas más productivas para divertirnos, usando la red de otra manera o buscando entretenimientos fuera de la red completamente. Y quién sabe, incluso podemos permitirnos aceptar el aburrimiento por un rato. Se dice que el aburrimiento puede colaborar con la creatividad, por contar una de sus características beneficiosas. Después de todo no siempre necesitamos entretenimiento todo el tiempo, y no hacer nada puede resultar en ventajas inesperadas.

Bibliografía: Enigma internauta

Enlace al capítulo cinco

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *